lunes, 28 de abril de 2008

HISTORIA DE LA FANIA


A mediados de 1964 un flautista dominicano llamado Johnny Pacheco lanzó un disco titulado "Cañonazo". Su idea inicial era pasar de su tradicional estilo de charanga, consistente en flautas y violines, a una conjunto de trompetas que respondiera más a las exigencias del barrio latino de Nueva York. Paralelo a ello consideraba la posibilidad de fundar una compañía de discos y este trabajo era su primera experiencia al respecto.
"Cañonazo" se lanzó entonces, bajo el sello Fania Records, cuyo nombre provenía de un son montuno compuesto por Reinaldo Bolaños, grabado en ese mismo disco. La compañía que Pacheco había fundado en asocio con el abogado de ascendencia italiana, Jerry Masucci, representaba la oportunidad de competir con las disqueras existentes en la ciudad: Alegre, Tico, Cesta y la división latina de United Artist.
Pacheco, quien ofició como productor artístico, recorrió todos los almacenes de discos del lado este de Nueva York para poder promocionar el producto, mientras Masucci, el socio capitalista, negociaba con agrupaciones y músicos nuevos la iclusión éstos en un catálogo firme. Como las limitaciones económicas estaban a flor de piel, los nuevos artistas tendrían que ser jóvenes provenientes del Bronx y de Puerto Rico, pero allí radicó justamente, el éxito de Fania.
Massucci contrató a tres orquestas: la ya veterana de Ray Barretto y las de los jóvenes Larry Harlow y Bobby Valentín. A ellas se sumaría más tarde una lista de muchachos con iniciativas y sobre todo, con arraigo entre la comunidad latina, encabezadas por Willie Colón. Al cabo de cuatro años Fania Records tenía en su haber lo más "duro" del barrio y con ello se había ganado el cariño de toda su comunidad.

La tendencia expuesta por los dos socios golpeó a las otras compañías, las cuales ya venían con ciertos índices de agotamiento, y la posibilidad de que artistas de éstas se vincularan al nuevo sello pasó de la teoría a la realidad. Las negociaciones entre Tico, Alegre y Cesta con Fania Records duraron un buen tiempo, pero la quiebra inminente de ellas determinó que un porcentaje altísimo de su producción pasaran al sello de Massucci.
Y no fue lo único que el italiano sacó de sus negocios, también la alternativa de promocionar sus orquestas uniendo en un solo conciertos a los directores e cada una. En 1962 las tres compañías habían grabado varios discos de sus estrellas reunidas con buena aceptación y Massucci decidió en 1968 hacer su propia banda, la que llamó, naturalmente, Fania All Stars.
La Fania se reunió por primera vez en el Red Garter, pero el asunto no tuvo mayor eco, por eso se asociaron con el administrador de establecimientos públicos, Ralph Mercado, para hacer un concierto más popular en el salón de baile Cheetah. El 26 de agosto de 1971 la Fania All Stars tocó con todas sus luminarias allí y como resultado de ello se grabó una película, lo que daría pie a un nuevo concierto y una nueva cinta. Esta vez el nombre provocó un revuelo que hasta hoy no ha dejado de resonar en el Caribe: la cinta se llamó Salsa.
Resultó evidente que la película no pasó a la historia, pero su nombre si y con él la aceptación definitiva del sello Fania como amo absoluto de la música que se conoció a partir de allí como Salsa. Todos los músicos latinos pasaron, entonces, a ser miembros de Fania. Era una especie de status el pertenecer al sello y tanto la altísima producción como los índices de ventas, demostraron hasta que punto grabar con Fania era un buen negocio para todos.
Durante los años setenta la Fania se convirtió en el centro de un engranaje que funcionó a la perfección: un catálogo inmenso proveniente de las casas Tico, Cesta y Alegre; una camada de artistas nuevos, un selecto número de personalidades que nutrían la Fania All Stars; y un reconocimiento mundial. Pero a comienzos de los ochentas los socios del sello sufieron un traspies. Una huelga encabezada por Rubén Blades y la búsqueda nunca alcanzada de otras alternativas musicales terminaron con el monopolio que habían ejercido. Allí comenzó una nueva historia
De como Fania Records pasó de ser la firma de las estrellas salseras a un negocio de representación discográfico.

El 25 de marzo de 1964 Johnny Pacheco realizó la primera grabación con su conjunto para el sello neoyorquino Fania, el mismo que había ideado meses atrás junto al comerciante Jerry Masucci y el mismo cuyo nombre (un apodo que le tenían a un barman cubano muy popular) le daría identidad definitiva a la Salsa de allí en adelante. De hecho, hasta hoy Fania es sinónimo de Salsa en cualquier parte del mundo, aun a pesar de los momentos de decadencia por los que atravieza.
La crisis de Fania Records comenzó en 1980 a consecuencia del propio monopolio que había desarrollado. Sus artistas exclusivos tuvieron que adaptarse a un tipo de arreglos y orquestaciones que la casa imponía para forjar un estilo y eso acabó por hacer a todos sus grupos demasiado parecidos entre si. El ejemplo más crítico de esa similitud fue la Fania All Stars, que pasó de ser una orquesta conformada por los mejores ejecutantes de New York, a un conjunto que respaldaba las canciones de una serie interminable de vocalistas.
El monopolio también hizo que los sueldos rebajaran sustancialmente ante la falta de competencia empresarial. Rubén Blades fue el más enérgico pero inutil reclamante ante Masucci y al abogado panameño se le unieron varios artistas más, quienes a partir de ese momento sólo esperaron el fin de su contrato para huir de los atropellos de Fania. La calidad musical, por supuesto, bajó y el sello debió recurrir a otras alternativas como la grabación de charangas o agrupaciones de flautas y violines.
El salsero esperaba otra cosa, estaba acostumbrado a la fuerza y energía de los setentas y la moda de las charangas no dio buen resultado, dejando de paso el camino abierto para el nacimiento de compañías alternativas. La más importante de ellas fue la SAR, fundada por Sergio Bofill, Adriano García y Roberto Torres, pero fue este último quien buscó rescatar las raíces cubanas de la Salsa grabando números con varios artistas olvidados.
Pero esta no fue la única premisa impuesta por Torres. El sabía que nadie en el Caribe estaba en condición de seguir con el estilo impuesto por Rubén Blades llamado Salsa Conciencia, donde las letras eran muy extensas, casi noveladas como "Pedro Navaja", y que requierían de grandes compositores y brillantes intérpretes. Era, en resúmen, una Salsa enfocada hacia el oyente, por lo que Torres enfocó su sello hacia el bailador extendiendo la duración de los temas.
Mientras tanto Jerry Masucci empezó a desentenderse de la compañía discográfica y la dejó en manos de sus productores Johnny Pacheco y Wilfrido Vargas. Como buen negociante, Masucci esperaba que otras empresas paralelas lo ayudaran a sostener su emporio. Así creó la cadena radial Radio Rock, la empresa de representaciones artísticas We Want Rock Productions, el restaurante Casablanca, la fábrica de ropa informal Fania y la casa de modas y agencia de modelaje Fame. Uno de estos negocios lo llevó más tarde a trasladar su residencia a Buenos Aires.
Con los artistas de Fania disgregados, otras compañías comenzaron a lanzar al mercado músicos nuevos, la mayoría cantantes de buena voz pero regular condición que encontraron en la Salsa-Balada un camino fácil para acercarse al gusto del bailador. La Salsa había pasado de ser una música callejera a convertirse en un sonido de discoteca. Sólo en determinados países como Colombia se mantenía vivo el viejo espíritu.
En 1988 Ralph Mercado, viejo asociado de Masucci para presentaciones de orquestas, inaguró la oficina del sello RMM en la suite 806 del 568 de Broadway. Mercado llamó a los músicos que habían salido de Fania y rescató a otros cantantes perdidos en el ambiente, para consolidar con ellos una firma fuerte que se convirtiera en la Fania Records de los noventas.
Mercado contrató como artistas exclusivos a Celia Cruz y Oscar de León, y adquirió mediante licencias la posibilidad de grabar con Tito Puente. Con ellos se inaguró la llamada Salsa Retorno, que buscaba volver a entonar con fuerza el viejo sonido y enfrentarse, de paso, a las modas existentes como la Onda Sensual, la Salsa Romántica y el Merengue.
Fania, como tantas otras compañías en el mundo que sufren el mismo proceso, empezó a depender exclusivamente de su catálogo. El nuevo encargado de la compañía fue Victor Gallo, quien tuvo la idea de entregarle la representación de ese catálogo a casas disqueras diferentes en cada país de latinoamérica. En Colombia ese derecho lo adquirió Juan Diego Montoya, gerente de Discos FM.La historia de Fania Records, de todas maneras, no ha concluido. Su existencia, aunque parcializada, depende de la riqueza de un catálogo que muestra lo mejor de la Salsa realizada en los setentas. De allí que Nelson Rodríguez, gerente de RMM, afirme en una entrevista realizada para "Revolución y Cultura" que quien tenga un catálogo de cinco mil piezas como Fania tiene vida para los próximos años. Miembros de la Fania Héctor Lavoe (Voz) Cheo Feliciano (Voz y Maracas) Ismael Miranda (Voz y Maracas) Adalberto Santiago (Voz) Pete "El Conde" Rodríguez (Voz, Güiro) Santos Colón (Voz) Bobby Cruz (Voz) Ismael Quintana (Voz) Celia Cruz (Voz) Ismael Rivera (Voz) Justo Betancourt (Voz) Ruben Blades (Voz) Hector Zarzuela (1ª Trompeta) Roberto Rodríguez (2ª Trompeta) Larry Spencer (3ª Trompeta) Wilfrido Vargas (Trompeta) Barry Rodgers (1er Trombón) Reinaldo Jorge (2do Trombón) Willie Colón (Voz y 3er Trombón) Larry Harlow (Piano) Ricardo Ray (Piano) Papo Lucca (Piano) Eddie Palmieri (Piano) Ray Barreto (Congas) Mongo Santamaría (Congas) Eddy Montalvo (Congas) Cardona (Congas) Orestes Vilató (Timbales) Nicky Marrero (Timbales) Roberto Roena (Bongós) Bobby Valentín (Bajo) Salvador Cuevas (Bajo) Pupy Legarreta (violín) Alfredo de la Fé (Violín) Yomo Toro (Cuatro y Tres) Jorge Santana (Guitarra eléctrica) (El Malo) Johnny Pacheco (Flauta y director musical) Tito Puente (Timbales, Batería) Joe Bataan José 'Monguito' Santamaria (Primera Voz del grupo en 1.964 y piano) Louie Ramirez (Vibrafono) Jimmy Sabater Monguito 'el unico' Leandro "Gato" Barbieri

EL BOOM DE LA SALSA

El otoño de 1973 se anunció lo que iba a ser el más grande concierto de Salsa en Nueva York: la presentación de las Estrellas de Fania en el Yankee Stadium. Además actuaban la Típica 73, el Gran Combo de Puerto Rico y Mongo Santamaría. Más de 40.000 espectadores asistieron a la primera parte del concierto que se desarrolló en perfecto orden con la actuación de los grupos invitados ya mencionados. Tras el primer número que interpretaron las Estrellas de Fania se organizó la marimorena, el público invadió el césped, la policía intervino y el concierto se suspendió.
Fania realizó una nueva película que llevó por título "Salsa" que se proyectó en 1976. Del concierto sólo se pudo aprovechar la presentación. La historia que en ella se presentaba pretendía dar una nueva imagen de la Salsa, falseando su historia. Se pretendía sacar la Salsa de su origen hispano-afro-caribeño y su implantación en los barrios de Nueva York, para darle un aire más americano. Con ello pretendían llegar más directamente al público angloamericano que, en cierta manera, rechazaba la Salsa como una música de barrio ajeno al esplendor norteamericano. Se argumentó que el tambor africano llegó directamente a Norteamérica y así nació la Salsa. Ciertamente el intento de falsear la historia tuvo unos resultados positivos a corto plazo y la Salsa sufrió un boom industrial momentáneo conquistando mercados norteamericanos que hasta entonces no habían prestado atención a una música marginal de minorías hispanas inmigrantes con residencia en barrios plagados de repugnante miseria.
En 1974 la Fania publica "Latin, Soul, Rock" grabado por las Estrellas de Fania con el que se quiere conquistar nuevos mercados, como el título del álbum indica. El éxito de Carlos Santana con su rock latino quiso ser aprovechado por la Fania e invitó a músicos de rock y jazz a participar en esta grabación, así entró la batería americana en el mundo de la Salsa. El disco no convenció a nadie, ni latinos ni angloamericanos aceptaron el auténtico pastiche que pretendía dar un aire nuevo a la expresión salsera. El único tema que rompió mercados fue el viejo Son que ya hizo Cheo Feliciano con el sexteto de Joe Cuba titulado "El Ratón", eso sí, con unos arreglos más modernos que incluyen un solo de guitarra eléctrica rocanrolero del mediocre hermano de Carlos Santana. El tema consiguió entrar en las programaciones de emisoras que hasta entonces habían estado cerradas a la Salsa y ello supuso el primer éxito del boom industrial que a partir de ahí viviría la Salsa.
El doble sentido de la letra de "El Ratón" dio lugar a mil especulaciones que crearon un auténtico morbo, sobre el verdadero significado, que Cheo Feliciano se encargaría alimentar con sus explicaciones a medias en las entrevistas realizadas en la época. El coro del montuno "Échale semilla a la maraca pa que suene" se tomaba por una alusión a echar marihuana a algo.
Los rockeros y pseudo intelectuales que se acercaban por primera vez a la doble intención tradicional de la Música Caribeña, especulaban con el ratón y el gato. Para muchos el gato era el pueblo puertorriqueño que se quería liberar y el ratón la policía.
La historia es mucho más sencilla, se trata de un individuo (gato) que sale de farra con una mujer distinta a su esposa (la gata). La moraleja del cuento es la acción de una vieja chismosa (el ratón) que lo descubre todo y se lo cuenta a su esposa, y es que "de cualquier malla sale un ratón, oye". El tema en resumen consigue penetrar los mercados del rock e iniciar el boom de la Salsa. En 1975 la revista Latin New York presenta The Latin NY Music Awards y The New York Times lo recoge proyectando el interes mundial sobre el nuevo sonido llamado Salsa.
En 1975-76 Fania publica dos volúmenes bajo el título "Live at Yankee Stadium" recogiendo en la portada una imagen del concierto realizado en el 73. Izz Sanabria presenta el show de televisión de NY "Salsa".
La música que contenían los discos había sido recogida en diversos recitales realizados en San Juan de Puerto Rico como se indica en sus créditos.
Un fraude que comenzaba a hacer tambalear la credibilidad del sello Fania y que musicalmente daba un giro hacia formulas más tradicionales. Estos discos consagraron definitivamente a Celia Cruz.
En 1976 las Estrellas de la Fania, tras una gira por EEUU, Puerto Rico, Panamá y Venezuela, graban su último disco de Salsa de la d‚cada de los 70 bajo el título "Tributo a Tito Rodríguez" con la participación de un nuevo cantante, el panameño Rubén Blades.
A partir de este momento Fania firma con CBS la producción y distribución de los discos de la Fania All Star en todo el mundo. Esta acción permitiría, supuestamente, invadir el mayoritario público angloamericano y posteriormente el europeo. Lo que los directivos de la Fania consideraron una jugada maestra resultó ser el principio del fin de la Salsa. Se grabaron discos que no consiguieron complacer ni al latino ni al gringo y solamente la inclusión de temas de Rubén Blades, como su "Juan Pachanga", mantenían un mínimo interés. Se organizaron giras que llevaron a la Fania All Star a Europa, África, Sudamárica y Japón, pero el fracaso acabó por imponerse definitivamente. A pesar de los intentos no se consiguió impactar al público europeo y curiosamente en 1990 la Fania All Star hace una gira por España.
Ralph Mercado el actual empresario número uno de la Salsa en Nueva York recompuso la que fue la mejor orquesta del mundo de Salsa y vino a España con un repertorio tradicional de Música Caribeña, abandonando definitivamente los acercamientos al rock y al discomusic que hicieron fracasar el proyecto de los 70. Su sello RMM abarca hoy un gran plantel de solistas y grupos salseros. Cada año, a primeros de septiembre Mercado organiza el Festival de Salsa de Nueva York en el Madison Square Garden

LA SALSA DE LOS 70s


El Red Garter era un semidesconocido local ubicado en los límites del Bronx y el Harlem River Drive de New York. Su dueño solamente abría de seis de la tarde a dos de la mañana y de vez en cuando recibía en sus escenario a algunas agrupaciones populares en el sector. Esa noche, como muchas otras, la reunión musical pasó desapercibida a no ser por la habilidad de un ingeniero de sonido, quien había registrado en cinta la presencia de los músicos que conformaban la naciente agrupación Fania All Stars. La idea de formar esa orquesta provenía de Jerry Masucci y Johnny Pacheco, los empresarios de la naciente compañía Fania Records, quienes inspirados en las All Stars de los sesentas, decidieron reunir a los músicos más representativos de la misma en un sólo conjunto. La casa disquera tenía apenas cuatro años de existencia y si ese tipo de formación no le abría nuevos caminos, todo lo que habían construido se iba a derrumbar. Por ello persistieron en la idea y formalizaron la posibilidad de hacer un nuevo intento, aunque tardaran tres años para ello.
El 26 de agosto de 1971 la Fania All Stars se volvió a reunir en el salón de baile El Cheetah, ubicado en la calle 52 de Broadway, gracias a la relación del dueño de Fania, Jerry Masucci, y el dueño del sitio, Ralph Mercado. Esa noche el concierto fue apoteósico, lo cual quedó registrado en dos antológicos discos que contenían los éxitos Anacaona, Quítate tú y Ahora vengo yo, y además en una película realizada por León Gast, que tuvo como elementos primordiales las escenas del concierto en el Cheetah. La cinta fue titulada Nuestra Cosa Latina y por primera vez se mostraba allí toda la serie de penurias de la comunidad latina en Nueva York.
La Fania All Stars se había formado para ese concierto a partir de la unión de cuatro orquestas: las de los veteranos Ray Barretto y Johnny Pacheco y las de los jóvenes Larry Harlow y Willie Colón. De la primera habían sido llamados, además del conguero Barretto, el timbalero Orestes Vilató, el trompetista Roberto Rodríguez y el cantante Adalberto Santiago. Junto al flautista Pacheco, por su parte, estaban el trompetista Hector "Bomberito" Zarzuela y el cantante Pete "El Conde" Rodríguez. El pianista Harlow estaba acompañado por el trompetista Larry Spencer y el cantante Ismael Miranda. Y el joven trombonista Colón venía respaldado por su segundo trombonista Reinaldo Jorge y el cantante Hector Lavoe.
Junto a esas orquestas, la Fania había llamado a dos líderes jovenes como el bongocero Roberto Roena y el bajista Bobby Valentín. A su lado llevarían al guitarrista independiente Yomo Toro, al trombonista de Eddie Palmieri, Barry Rogers, al cantante de Tito Puente, Santos Colón y a los soneros Bobby Cruz y Cheo Feliciano. Estos dos últimos fueron invitados especiales a la reunión del Cheetah para cantar algunos números. A su lado se destacó con lujo de detalles el virtuoso pianista Richie Ray. Tal reunión de estrellas latinas catapultó definitivamente el nombre de Fania como símbolo musical de la comunidad en Nueva York, pero sólo hasta un nuevo concierto y una nueva película, el sello quedaría definido.
El concierto fue el de 1973 en el Yankee Stadium, el cual tuvo hechos llamativos: Primero, la serie de cambios en la formación, donde ingresaron Nicky Marrero en los timbales, Lewis Kahn en el trombón, Ray Maldonado y Victor Paz en las trompetas, además de los cantantes Justro Betancourt, Ismael Quintana y dos invitados especiales, Mongo Santamaría y Celia Cruz. Segundo, la suspensión del concierto a causa del frenetismo del público, que desbordó las mallas divisorias del estadio e inundó la grama.
La película, entretanto, le dio el nombre definitivo a toda la música que esas estrellas representaban. Le dio el nombre a un género musical tan variado y complejo como el Jazz, una fuerza sonora contemporánea y una expresión popular identificadora de la comunidad latina. En otras palabras, le otorgó un distintivo a la infinidad de rítmos que posee la Música del Caribe y que en ese momento se hallaban dispersos entre los latinos de Nueva York. Y aunque la cinta no continuó los principios testimoniales de Nuestra Cosa Latina y se perdió en medio de las exigencias de Hollywood, pasó a la historia por llamarse sencillamente Salsa.
Bajo el sello Fania todas los músicos latinos pasaron a ser estrellas de la Salsa liderados artísticamente por Pacheco, el dominicano que alternó la dirección de Fania All Stars con la de su propia orquesta, más bien un conjunto que siguió los mismos parámetros musicales de la Sonora Matancera: haciendo guarachas y sones con base en trompetas muy afinadas, para lo cual debió contar con un soporte vocal digno de la tarea. Por eso pasaron por su orquesta los cantantes Hector Casanova y Pete "El Conde" Rodríguez, soneros ambos con inclinaciones hacia la música cubana. Del primero da constancia el éxito El Faisán. Del segundo, Azuquita Mami y una infinidad de canciones en la antigua etapa de Pacheco, la charanga.
Pero la mayor influencia musical la representaron dos muchachos provenientes del Bronx: Eddie Palmieri y Willie Colón. El primero se había hecho pianista a correazos por imposición de sus padres y ya durante los sesentas era lider del conjunto La Perfecta, donde la fuerza de su sonido descanzaba en los trombonistas Barry Rogers y José Rodríguez. Con ellos, Palmieri compuso y arregló sus temas para que sonaran agrios, roncos y agresivos, como era la vida misma del barrio latino de Nueva York. Así llegó a popularizar con suficiencia los temas Muñeca, Vámonos pal monte, Azucar, Ajiaco caliente y las casi sinfónicas obras Cobarde, Adoración, Colombia te canto y Un día bonito.
William Anthony Colón, sin tener la formación académica de Palmieri, también usó trombones, pero estos eran más agresivos todavía y eso lo tornó en ídolo de la comunidad latina por su acento desgarrador reafirmado por la presencia carismática de su cantante Hector Lavoe. Colón componía sus canciones para cada letra sonara dramática, llena de una carga sobrecogedora y sus arreglos llegaron a ser, sin contemplaciones, crueles. Por eso se hizo llamar El Malo, título a la vuelta de unos meses fue sello de identificación para otros conjuntos que continuaron su sonido como La Orquesta Narvaez y La Conspiración.
Colón se había conocido con Hector Lavoe a finales de 1966 en una calle del Barrio. Mira, yo tengo una grabación, pero me falta el cantante, le había dicho Colón y a Hector no le había gustado. Por eso le respondió: No, yo tengo mi grupito. Willie insistió: Bueno, vamos a hacer una cosa. Tu grabas el elepé conmigo y luego te vas. A Hector eso si le sonó. El tipo hablaba de verdad sobre un disco. Qué importaba quien fuera, al fin y al cabo era una oportunidad. El primer ensayo lo hicieron a la noche siguiente en el Club Tropicoro del Bronx. El disco lo grabaron un par de meses despúes. Se llamaba El Malo.
Fue éxito de inmediato y la vida de ambos cambió. Juntos recorrieron un camino salsero que duró siete años, en los cuales grabaron diez discos y una docena de éxitos, entre los que se contaban Cheché Colé, Juana Peña, Piraña, Calle Luna Calle Sol, La Murga y ese sensacional Día de Suerte: Cuando llegará el día de mi suerte. Sé que antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará. Pero en 1973 Willie Colón decidió dejar la agrupación. Para Lavoe fue un golpe duro casi con olor a traición, pero no tenía rencores con su amigo. Al fin y al cabo, a él le debía sus éxitos, el reconocimiento del público y la llegada a la Fania All Stars, lo que equivalía en términos salseros a estar en el cielo. Además, Willie había forjado su estilo, dándole ese sabor que el Caribe entero reconocía.
Lavoe tenía una cualidad primordial. Su canto era chillón, muy cristalino pero chillón, y esto, lejos de relegarlo, lo hacía ver entre el público como un vocalista arrabalero, que podía contar una historia de barrio cualquiera sin que sonara falsa. Por eso sus temas que hablaban de violencia cotidiana y de desilusiones marginales, lo convirtieron en ídolo. A eso se sumaba su don natural para la improvización que demostró hasta la saciedad en la Fania con cantos como Quítate Tú y Estrellas de Fania, pero en especial con Mi Gente.
Su primer disco como solista fue La Voz, un éxito absoluto que demostró dos cosas: una, que estaba preparado para dirigir su propia orquesta. Otra, que podía cantar todo tipo de rítmos caribeños con absoluta maestría. De ello da testimonio ese hit rotundo que fue Rompe Saraguey, tal vez la mejor de las interpretaciones que Lavoe hizo en una muestra de talento inusual. Fue a partir de ese disco que llegaron los títulos y sobrenombres: El Sinatra latino, El cantante de los cantantes, o simplemente La Voz. Pero al público le esperaba más. Su siguiente grabación acaparó los elogios de propios y extraños, en especial gracias a un tema que le daría fama universal: Periódico de Ayer, el mismo que iniciaba diciendo Tu amor es un periódico de ayer que nadie más procura ya leer. Sensacional cuando salió en la madrugada, al mediodía ya noticia confirmada y en la tarde, materia olvidada.
El tema lo había compuesto Catalino "Tite" Curet Alonso, el compositor más brillante y prolífico que ha tenido la Salsa en toda su historia. Nacido en Guayama, Puerto Rico, en 1926, Curet Alonso fue proyecto de farmaceuta en la Universidad, cartero del Correo Norteamericano durante 36 años y promotor de la compañía discográfica Tico Records, antes de ingresar a los terrenos de la composición. El primer tema suyo que se hizo famoso fue Efectivamente, grabado por Joe Quijano en 1965. Tres años más tarde la controvertida cantante La Lupe interpretó los boleros La Tirana, Puro Teatro y Carcajada final con la orquesta de Tito Puente. Desde entonces Tite no frenó su producción que llegó a rebasar las 3.000 creaciones, de las cuales se grabaron 1.200.
Tite fue, además, el padrino musical de artistas como Cheo Feliciano, Ismael Rivera y Roberto Roena, a quienes les entregó los temas éxitos Anacaona, Las caras lindas y Marejada felíz, respectivamente. Cheo había popularizado, sin embargo, el número El ratón y antes de la ayuda de Curet ya era considerado un ídolo tanto en Puerto Rico como en Nueva York. Rivera había fundado, entretanto, el conjunto Los Cachimbos, siguiendo las líneas trazadas por Rafael Cortijo, y Roena hizo de Guaguancó del adiós, compuesto también por Tite, una obra cumbre de la Salsa.
En 1980 la Fania Records sufrió una crisis motivada por au propio crecimiento desmedido que la hizo un monopolio incontrolable para Masucci y Pacheco. Fania adquirió las licencias de todos los sellos salseros neoyoquinos, donde algunos músicos buscaron independencia a toda costa, mientras otros se rendían a las exigencias del monopolio. Dentro de esa marca surgieron varias orquestas y conjuntos alternativos que, a pesar de darle un aire refrescante a la producción de las estrellas, nunca llegaron a tener un apego similar entre el público, salvo dos excepciones.
Los grupos más llamativos que siguieron a Fania fueron La Compañía, dirigida por el flautista y saxofonista Bobby Rodríguez y el trombonista Eddie Hernández Iglesias, La Típica 73, donde se encontraban músicos de la talla de Sonny Bravo y Alfredo de la Fe, La Flamboyán de Frankie Dante, El Conjunto Sabor de Angel Canales, donde tocó el brillante pianista Marcolino Dimond, y Los Hermanos Lebrón, un grupo puertorriqueño ubicado a mitad de camino entre la sonoridad del Barrio y el estilo impuesto por Cortijo. Las dos excepciones, por su parte, fueron Celia Cruz y el duo de Richie Ray y Bobby Cruz.
Celia se había destacado con lujo de detalles en la Sonora Matancera, donde había ganado el título de La Mejor Guarachera del Mundo. Nadie osó disputar su trono, ni siquiera tras su llegada al mundo de la Salsa en medio de sus grabaciones con la orquesta de Tito Puente, Larry Harlow, la Fania All Stars y sobre todo, la de Pacheco. Con el conjunto del flautista se sintió nadando en aguas que conocía a la perfección. Por eso popularizó hasta la saciedad los temas Toro mata, Quimbara y Tres días de caranaval. Celia sería, a partir de la grabación del tema Bemba colorá con Fania, la número uno de la Salsa, sin que tampoco en este caso, nadie pudiera oponerse. Su voz y sobre todo su inmarcecible carisma siempre rebaso los límites de cualquier crítica.
Richie Ray había fundado su conjunto en 1965 con la grabación del disco de pachangas Ricardo Ray Alives. Desde entonces surgió como uno de los líderes del movimiento salsero, sin tener la agresividad ni los trombones de sus colegas Palmieri y Colón. A Ray, llamado en realidad Ricardo Maldonado, lo ayudó precisamente eso: su posibilidad de salirse del molde establecido por la sonoridad neoyorquina y meterse en las necesidades sonoras del resto del continente. Aparte de ello estaba la presencia de su cantante Bobby Cruz, el virtuosismo de su piano y la perfección de sus arreglos, producto de su formación académica en la Escuela de Altos Estudios en Bellas Artes de Nueva York.
El conjunto de Richie Ray y Bobby Cruz hizo inmensamente populares los temas Que se rían, El diferente, Richies jala jala, Tin marín, Aguzate, Amparo Arrebato y sobre todo una obra maestra llamada Sonido bestial. Con esos números marcó los trabajos de varios conjuntos suramericanos como los peruanos de Mario Allison y Alfredo Linares, los venezolanos de Cheché Mendoza y Nelson González, y los colombianos de Michi Sarmiento y Julio Ernesto Estrada, Fruko.
En 1970, luego de regresar de una gira por Estados Unidos con el grupo de cumbias Los Corraleros de Majagual, Fruko había fundado el grupo Los Tesos y grabado el disco Tesura que pasó desapercibido por dos sencillas razones: Nadie conocía a su intérprete y nadie sabía en Colombia algo sobre la Salsa. El poco éxito de su trabajo no desanimó a Fruko que con el trompetista Jorge Gaviria recorrió los grilles nocturnos de Medellín a fin de vender su disquito. Lo mismo pasó con el segundo, titulado A la memoria del muerto y que cantaba el caleño Piper Pimienta Díaz. Así le tocó un buen tiempo hasta que las cosas empezaron a mejorar con El Ausente, El Caminante, Manyoma y, por supuesto, con El Preso, en cuya letra se encerraba todo un conflicto psicológico y social cuando empezaba diciendo: Condenado para siempre en esta humilde celda, donde no existe el cariño ni la voz de nadie.
Para 1976 Fruko y sus Tesos era una constelación de estrellas salseras que podían competir de igual a igual en popularidad con Richie Ray y Willie Colón. Sus cantantes, Joe Arroyo y Wilson Manyoma habían adquirido ya el rótulo de ídolos en Colombia. Pero dos cosas sucedieron en ese año que acabarían por marcar a Fruko. La primera fue el reconocimiento de la prestigiosa revista norteamericana Record World a Fruko y sus Tesos como la mejor orquesta de música tropical en el continente. La segunda fue el desmembramiento del grupo luego de una gira por Estados Unidos, donde se convirtió en el primer grupo colombiano en tocar en el Madison Square Garden.
El otro grupo que tocó con suficiencia en el Madison era venezolano. Se llamaba Dimensión Latina y tenía como líder a un carismático cantante y bajista que había sido chofer de bus en Caracas, Oscar De León. El grupo surgió en 1973, año en el que grabó un disco compartido con el conjunto Clan de Victor y donde se destacó un tema grabado antes por su autor Cheché Mendoza, Pensando en tí. A partir de entonces Dimensión Latina marcaría con su égida toda la Salsa venezolana debido a la serie de éxitos como Llorarás y a la capacidad de improvización de su cantante De León. La Salsa se había tomado definitivamente al continente.

domingo, 27 de abril de 2008

BREVE HISTORIA DE LA SALSA

Lo que llamamos hoy en día música Salsa es una mezcla de ritmos afrocaribeños como el Son Montuno, el Mambo, la Bomba y la Plena. El movimiento que originó esta nueva música comenzó en Nueva York - en El Barrio, y el South Bronx, la llamada "Caldera del Diablo" - cuando un grupo de jóvenes músicos comenzó a mezclar sonidos y ritmos intentando crear un nuevo ritmo que conservara el "SABOR" que tenían otros ritmos afrocaribeños. La Salsa debuta en el hotel Saint-George de Brooklyn, donde los Lebrón Brothers, de origen puertorriqueño, entusiasman al público. El Chetah, Club de la Calle 52 y Broadway, en Manhattan, sustituye al Saint-George como punto de encuentro de los salseros neoyorquinos. Algunos de estos músicos eran Ray Barretto, Bobby Valentin, Hector Lavoe, Willie Colon, Richie Ray, Bobby Cruz, Ismael Miranda, Adalberto Santiago y muchos otros, incluyendo grandes figuras como Cortijo e Ismael Rivera. El 21 de agosto de 1971 se presenta en el Chetah la Fania All Stars, creada por el flautista dominicano Johny Pacheco y el abogado judío Jerry Massuci, en el nacimiento oficial de la Salsa, reunión inmortalizada en la película "Nuestra Cosa Latina". Johny Pacheco promovió la palabra "salsa" cuando la Fania empezó a viajar por Europa: "Como la palabra ‘salsa’ -igual que ‘sabor’, o ‘azucar’, por ejemplo- siempre ha estado ligada a esta música, no me pareció mal llamarla así". El sello discográfico "FANIA" popularizó este ritmo y lo extendió a partir del año 1975 por todo el mundo, a la vez que convirtió a la Salsa en un gran negocio latino que causó frustración en muchos artistas. La música creada durante esta época esta considerada como Salsa clásica o Salsa de Oro. El exceso de comercialización a finales de los años 70 convirtió a la Salsa en una fórmula que apenas se imitaba a si misma, y la gente no se interesó por una música que no le ofrecía ninguna novedad. También por los 80 ocurre la invasión del merengue y de la música disco, tocándose fondo en el 82-83. En este momento entra una nueva generación de músicos que le dan a los veteranos de la Salsa el golpe más fuerte, y son pocos los que pueden sobrevivir: la llegada de talentos como Frankie Ruiz, Eddie Santiago, Luis Enrique, empieza a cambiar el panorama de la música latina con o que se ha llamado la Salsa erótica, que para muchos fue como una traición al carácter mismo de la Salsa, machista, callejera, fuerte. Sin embargo, esta Salsa erótica o sensual tuvo el mérito de rescatar la atención que se había perdido y ayudo a mejorar la situación. Ya por el año 88 este sonido también está saturando el mercado, porque todas las compañías graban este tipo de música y hasta los veteranos como Oscar D’León se tuvieron que ‘vender’ a esta tendencia. Mientras tanto el merengue cada vez gustaba y pegaba más y en países como Puerto Rico era el ritmo que llenaba las discotecas. Por suerte se está volviendo a esa música brava que es la Salsa verdadera. El público está reclamando una Salsa con vitalidad, con agarre, esa Salsa brava que es la Salsa verdadera, ver al cantante entregándose de verdad, oír un buen solo, escuchar letras que le hablen de la vida, todo lo que la Salsa le dio desde un principio. Así, mucha gente que hizo su fortuna con la Salsa erótica ha desaparecido, mientras que se puede encontrar un excelente cantante como Gilberto Santa Rosa, que está haciendo letras románticas, pero con música agresiva, con arreglos bien logrados, con música movida que estimula al que está oyendo y al que va a bailar. Lo que empieza a pasar a partir del 88 se debe sobre todo a la gestión de la compañía RMM del puertorriqueño Ralph Mercado, que se funda en este año. El empieza a lanzar al éxito a jóvenes como Tito Nieves, Tony Vega y José Alberto ‘el Canario’. En esta vanguardia las orquestas cubanas también han tenido un papel importante, como es el caso de los Van Van, NG La Banda y Adalberto Alvarez y Su Son. El país en el que se ha producido en los últimos años la expansión de la Salsa con mayor vigor es Colombia, con Joe Arroyo, el grupo Niche o la orquesta Guayacán. Al mismo tiempo, en un sitio apenas tocado por la Salsa, como es Miami, un músico cubano radicado en esa ciudad desde su niñez, Willie Chirino, se ha abierto un espacio en esta historia con un trabajo diversificado: desde el son hasta el merengue, la plena y el rock.